Ubicación: Provincia de Imbabura
y Carchi, en el Valle del Chota y El Juncal.
Idioma: Castellano
Población: 2.000 habitantes
aproximadamente.
Accesos: El Valle del Chota y
el Juncal están ubicados en el límite de las provincias de Imbabura y Carchi.
Al Juncal se accede por la panamericana norte antes de llegar a Pimampiro; Al
Chota desde Ibarra se desvía hacia el oriente por vías de segundo orden al
oeste de la parroquia Ambuquí.
Vestimenta: Hombres: Pantalones
obscuros, camisas de varios colores. Mujeres: Faldas amplias y blusas de
colores, pañuelos en la cabeza
Actividades y
Economía: Su actividad primordial es la agricultura. Este valle bañado por las aguas
del caudaloso y cristalino río Chota, es una de las partes más bajas de
Imbabura, por lo que goza de un clima abrigado y seco, con un promedio de
temperatura ambiental de 24 grados centígrados, lo que favorece una variada
producción de frutas tropicales. La población se dedica a la agricultura
principalmente con el cultivo de pepinos dulces, ovos, tomate, fréjoles, uvas,
entre otros. Dentro del comercio se dedican a la elaboración de vinos,
mermeladas y artesanías como máscaras de arcilla.
Costumbres y
Tradiciones: Las comunidades afroecuatorianos conservan sus tradiciones ancestrales.
Manifestaciones populares como La Banda Mocha y el Baile de la Botella, alegran
a los visitantes. La actual población desciende de los moradores de la época
colonial, que llegaron a este sector para trabajar en la cosecha de la caña de
azúcar. Las mujeres se destacan por su singular equilibrio, ya que pueden
llevar sobre su cabeza diferentes cosas sin necesidad de usar sus manos.
La Bomba del Chota. Es una manifestación
cultural de las comunidades de Carpuela y el Juncal. La bomba viene desde
épocas ancestrales y es parte de la cultura negra, el ritmo y la música lo
llevan en las venas. En la letra relatan su vida cotidiana. La bomba del chota
es acompañada por la Banda Mocha; que en sus inicios estuvo compuesta por
instrumentos rudimentarios como: hojas de naranjo, flautas, machetes, bombo y cornetas
hechas de calabazo seco, además de puros, penicos, peinillas, etc. Las bombas
más conocidas son “la bomba de la solteria”, la “María Chumchuna” y la
“Chaguayacu”. No tienen una vestimenta en particular y se puede ver en las
fiestas religiosas como la celebración de la Virgen del Carmen, cívicas como:
las fiestas de San Juan y familiares como: matrimonios, bautizos, etc. La gente
del pueblo en sus fiestas improvisa versos llamados “Bomba”.
La “Bomba”, para ellos es algo que forma parte de la persona y brota al compás del sonido que emite el cuero viejo de chivo golpeado por las palmas del músico, cada vez con más fuerza. Éstas “Bombas”, se bailan y cantan en ocasiones familiares, bailes populares, como en noche buena. En estas ocasiones hay desafíos entre algún hombre y una mujer que baila con una botella de puro sobre la cabeza. Sus polleras plisadas y su blusa de colores llamativos forman un cuadro lleno de colorido y ritmo alegre. Las letras de ésta contagiosa música se inspira en el río, en las mujeres, en los amores, en las frutas. Es una manifestación dancística, poética, musical, tradicional de las comunidades negras del Valle del Chota. Éste ritmo es el canal a través del cual los músicos y bailarines expresan las vivencias particulares y su realidad social desde épocas de la esclavitud, el moreno encontró la fuente para inspirarse y recrearse a la tradición perdida de África. La bomba tiene un significado múltiple, ya que denomina al instrumento principal que utiliza para la ejecución de su música, baile y los cantos escritos por los poetas populares negros.
La “Bomba”, para ellos es algo que forma parte de la persona y brota al compás del sonido que emite el cuero viejo de chivo golpeado por las palmas del músico, cada vez con más fuerza. Éstas “Bombas”, se bailan y cantan en ocasiones familiares, bailes populares, como en noche buena. En estas ocasiones hay desafíos entre algún hombre y una mujer que baila con una botella de puro sobre la cabeza. Sus polleras plisadas y su blusa de colores llamativos forman un cuadro lleno de colorido y ritmo alegre. Las letras de ésta contagiosa música se inspira en el río, en las mujeres, en los amores, en las frutas. Es una manifestación dancística, poética, musical, tradicional de las comunidades negras del Valle del Chota. Éste ritmo es el canal a través del cual los músicos y bailarines expresan las vivencias particulares y su realidad social desde épocas de la esclavitud, el moreno encontró la fuente para inspirarse y recrearse a la tradición perdida de África. La bomba tiene un significado múltiple, ya que denomina al instrumento principal que utiliza para la ejecución de su música, baile y los cantos escritos por los poetas populares negros.
La Banda Mocha: Con este término se ha
conocido a las agrupaciones instrumentales con una analogía original.
Constituyen manifestaciones artísticas, culturales vivas de las comunidades
negras asentadas a lo largo de la cuenca del río. Una manifestación propia de
la cultura negra del Chota es la llamada Banda Mocha; el conjunto de
instrumentos que conforman han sido elaborados con los materiales de su entorno
ecológico, tradicionalmente han utilizado instrumentos en “puros” ( calabazos
silvestres secos) a los que vacían y cortan por un extremo dejándolos “ mochos”
de ahí su nombre, los soplan como una tuba; con las ramas del penco han hecho
una trompeta, con los carrizos flautas traversas, la calanguana es una calabaza
con incisiones amanera de huiro. La Bomba esta echo en caña guadua o trinco de
árbol de bolsa y pie de chivo. Están conformados por 14 músicos, es una banda
centenaria con una riqueza histórica y cargada de mucho valor y sentimiento de
da gente que habita en las comunidades del Valle del Chota.
Historia de los
afroecuatorianos del Chota: En el valle del Chota la presencia de los
descendientes de africanos fue mucho más importante que en cualquier otra parte
del Ecuador, luego de Esmeraldas. En el periodo de la transición de las
plantaciones de algodón a las haciendas azucareras se dan importantes
introducciones de esclavizados a esta fértil región del norte ecuatoriano.
Durante el siglo XVII,
luego de la disminución de la población indígena con los sistemas de
explotación de la mita y la encomienda, los Jesuitas buscan importar esclavos
en gran cantidad, la cual fue tan intensa, que según cálculos hechos en 1780,
13 años luego de la expulsión de los jesuitas del Ecuador, en esta región
habían al menos de 2615 esclavos de todas las edades.
Esta situación de
trata negrera solo comenzó a disminuir luego de la libertad de vientres
decretada en 1821 por el Congreso de la Gran Colombia, siendo abolida
totalmente el sistema en 1851.
Luego de abolido el
sistema esclavista, el liberto queda sin tierra y sin alternativa distinta que
continuar al servicio de su antiguo amo y dueño de las haciendas, quien les
empleaba como peones con salarios de miseria y les arrendaba porciones de
tierras a cambio de varios días de jornal completamente gratis. Con la
instauración del concertaje y del huasipungo, los peones afrodescendientes se
sometieron a nuevas formas de explotación recubiertas por un proceso de
formación de campesinos que duraría hasta la reforma Agraria promulgada en
1964.
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